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¡Alerta Puerto Wilches!

Por Paula Cuervo @clorosis_clorosa y Aura Cuervo @auracg

El gobierno Duque se preocupó por cerrar el 2020 con otra perla y darnos la nochebuena con la bienvenida legal al fracking en Colombia. Para comprender mejor a lo que nos enfrentamos, con base en trabajos anteriores responderemos algunos interrogantes sobre esta práctica. ¿De dónde viene y en qué consiste? ¿Dónde está el negocio? ¿Cuáles son sus impactos socioambientales? ¿Cuál es el panorama para Colombia?

¿De dónde viene y en qué consiste esta técnica?

En términos generales el fracturamiento hidráulico o fracking es un proceso de ingeniería geoquímica en el que se inyectan enormes volúmenes de agua, combinada con compuestos químicos y arena, a alta presión para fracturar y facilitar la recuperación de reservas no convencionales de petróleo y gas (11). La idea de fracturar la roca para liberar hidrocarburos se planteó desde los inicios de la industria petrolera en 1886, una patente se atribuyó a la compañía estadounidense Roberts Petroleum Torpedo con la técnica del torpedo explosivo, en la que la perforación se hacía con un cilindro de hierro lleno de pólvora detonada al alcanzar el estrato con petróleo. Desde 1970 se incluyó el uso de agua en el fracturamiento y en 1991 se sumó a la perforación vertical la horizontal, que permitió mayor alcance del recurso. Unos años después se desarrollaron líquidos de fractura con arena y otros componentes tóxicos para aumentar la fluidez y efectividad de fragmentación (4).

¿Dónde está el negocio?

La búsqueda de independencia energética de Estados Unidos y las mejoras al fracking, contribuyeron a su expansión industrial y a la aceleración de la producción de petróleo en el país. Este “éxito” económico lo promovió el estado norteamericano con privilegios otorgados a las industrias petroleras; la enmienda Halliburton les permitió evadir las leyes de cuidado de agua potable, los controles de seguridad ambiental y de informar la composición química de los líquidos inyectados en el proceso de fractura. Sin embargo, la saturación del mercado y la corta vida útil de los pozos convencionales, que exige mayor inversión para mantener su producción, ocasionaron la quiebra de numerosas empresas del sector (15). Por otro lado, el crudo obtenido del fracking debe sufrir procesos industriales adicionales y, aunque los pozos no convencionales presenten un mayor volumen y cantidad del recurso, este se encuentra disperso, es de menor calidad y representa mayores riesgos ambientales frente a los convencionales (4).

En el escenario de agotamiento de los yacimientos convencionales, se ha vendido el fracking como innovación y salvavidas para mantener a flote la economía dependiente del petróleo, pero esta práctica ha demostrado no ser rentable.

Es evidente que el verdadero negocio no está en su producción, sino en la tecnología que requiere y que beneficia a los intermediarios que proporcionan la maquinaría (compañías perforadoras, entubadoras y otras) (15). La industria petrolera estadounidense continúa su práctica histórica de promover el extractivismo en países latinoamericanos como Colombia, camuflando su interés de controlar el mercado en el discurso de progreso para los territorios, aprovechando el servilismo de los gobiernos.

¿Cuáles son sus impactos socioambientales?

La implementación desmedida del fracking en territorio estadounidense dejo evidencia suficiente de sus efectos nocivos sobre las comunidades y el ambiente:

  • Recurso hídrico y aguas residuales

Además de los elementos que constituyen el fluido de inyección y la liberación de bromo y recortes radiactivos en la perforación, existe el riesgo de mezcla de este fluido con aguas fósiles que se encuentran a alta temperatura y que contienen metales pesados, gases disueltos y elementos radiactivos (8,16). En la recuperación del gas y del crudo, esta mezcla retorna a la superficie, amenazando los acuíferos. Lo anterior se suma a la posibilidad de que las fracturas generadas alcancen fallas naturales, pozos abandonados u otras vías preexistentes, lo que permitiría el ascenso del agua residual y gases que afecten las fuentes hídricas (13, 20, 21).

Las fugas de fluidos y aguas residuales han sido recurrentes, en 9 años se registraron 6.678 fugas importantes en Pensilvania y otras regiones (16).

En los sedimentos aguas abajo del río Conemaugh (Pensilvania), cercano a una planta de tratamiento de aguas del fracking, se encontró una concentración de radio 200 veces mayor a la encontrada aguas arriba, sumada al bario, estroncio, cloruro y compuestos carcinógenos acumulados en el lecho del río. 

En Pensilvania en 8 años se registraron más de 300 pozos de agua potable contaminados, y en Wyoming la agencia de protección ambiental (EPA) encontró en el agua potable altos niveles de benceno y otros contaminantes comúnmente usados en el fracturamiento (16, 8). Asimismo, se han detectado químicos que perturban el sistema endocrino en fuentes impactadas por estos deshechos (7). Con el aumento de la generación de aguas residuales, las opciones de tratamiento son más limitadas, con mayores las posibilidades de derrames y accidentes (14, 19). Las operaciones del fracking requieren grandes cantidades de agua de los suministros superficiales y subterráneos, disminuyendo el recurso con el tiempo. Todas las etapas de desarrollo de pozos no convencionales pueden afectar los ciclos hidrológicos locales, disminuyendo la capacidad de los acuíferos de recuperarse (14).

  • Sismicidad

La sismicidad puede ser inducida por el fracking como resultado directo de la inyección durante la fractura hidráulica, con mayor riesgo en zonas cercanas a planos de falla (1, 2, 5, 9), lo que es relevante para los Andes colombianos donde las fallas están extendidas y son numerosas las áreas propensas a la ruptura. Los sismos representan un peligro para el manejo de aguas residuales, pueden generar daños estructurales en los pozos y tener impactos en la calidad de las aguas subterráneas. 

En EE. UU el acceso a estos recursos se hizo a costa de aumentar la sismicidad en el país en un factor de seis (18).


  • Aire

En las zonas con presencia de pozos no convencionales y sus alrededores, incluso en zonas residenciales, se hallaron elevadas concentraciones de compuestos orgánicos volátiles como benceno y formaldehído, ambas cancerígenas (16). En total, existen en EE. UU 2.6 millones de pozos abandonados que no están incluidos en datos oficiales, no son monitoreados y siguen emitiendo metano a la atmósfera en mayores proporciones que los pozos en uso (16). Se sabe que el gas natural obtenido del fracking en Norte América es el responsable de más de la mitad del incremento global en emisiones de metano resultado de combustibles fósiles (6).

El metano es un gas de efecto invernadero 30 veces más fuerte que el dióxido de carbono, el clima global responde más rápido a sus emisiones y es un precursor del ozono en la superficie (6).


  • Impactos ecológicos

El despeje de tierras para la construcción de pozos, vías de acceso y tuberías conduce a la fragmentación de hábitats y genera impactos sobre las especies vulnerables o en peligro de extinción, especialmente a las especies de hábitat restringido, las zonas de nidificación y de desove. Además, el aumento en el tráfico de vehículos y la extracción de agua constituye un riesgo para la entrada de especies invasoras (14). Las emisiones del fracking contribuyen al incremento de las concentraciones de ozono atmosférico que genera problemas pulmonares y respiratorios en la población e impacta negativamente bosques y cultivos (10).

  • Estructurales

Incluso cuando los pozos se desarrollan con las mejores prácticas, su integridad puede fallar y ocasionar explosiones o fugas (12). La degradación de los pozos en el tiempo por los gradientes de temperatura y presión y la reacciones del cemento y el acero a los ácidos corrosivos en el agua hacen que mantener su integridad sea casi imposible (7).

  • Sociales

En Pensilvania, zonas residenciales cercanas a los sitios de perforación presentaron altas cantidades de radón, gas radiactivo considerado la segunda causa de cáncer de pulmón después del cigarrillo (16). 

En otros sitios cercanos a lugares de explotación se reportaron riesgos reproductivos, perturbación del sueño, aumento de migrañas, irritación de la garganta, estrés, ansiedad, náuseas y asma (16). 

Todo esto se traduce en el deterioro de la salud y calidad de vida de las comunidades cercanas que fueron condenadas a la contaminación de los recursos y del territorio.

Existe la evidencia científica suficiente de los graves daños socioambientales ocasionados por el fracking en territorio estadounidense. A pesar de tratarse de un país desarrollado del que se espera una institucionalidad robusta, mayor capacidad de control y monitoreo, las experiencias revelan que la permisividad del Estado con la industria petrolera, la débil regulación ambiental, la incapacidad de garantizar la integralidad de los pozos, el poco interés de evitar el deterioro de los recursos y el daño a las comunidades hacen del fracking una práctica inviable en cualquier territorio. Todo esto ha derivado en su prohibición en países como Francia, Bulgaria, regiones de Australia, varios estados de Estados Unidos, en Alemania, Holanda, entre otros.

¿Cuál es el panorama para Colombia?

La disminución en las reservas de petróleo en Colombia ha generado preocupación y ha fomentado el interés del Gobierno por evaluar la explotación de yacimientos no convencionales. En la carrera por dar vía libre al fracking, a pesar de la reiterada oposición de la comunidad, el Gobierno Nacional solicitó el concepto de un grupo de académicos que llamó “Comisión de sabios”, que se emitió en el “Informe sobre efectos ambientales y económicos de la exploración de hidrocarburos en áreas con posible despliegue de técnicas de fracturamiento hidráulico”.

La comisión realizó una consulta con las comunidades que habitan las zonas de interés: San Martín (Cesar), Puerto Wilches y Barrancabermeja (Santander). Ellos resaltaron su preocupación sobre los impactos nocivos ya conocidos de la práctica y destacaron su desconfianza con las petroleras que con la explotación convencional ya generaron daños ambientales que aún no han sido resueltos e ignoraron el rol decisivo de la comunidad para llevar a cabo estos proyectos.

Dentro del análisis de los impactos ambientales considerando las condiciones del Valle del Magdalena, en el informe se resalta que se debe tener en consideración que:

  • Colombia es catalogada como uno de los países megadiversos. A pesar de que el estado de conocimiento y la línea base de biodiversidad en el Magdalena medio son deficientes, esta zona es considerada una de las más biodiversas del territorio colombiano.
  • En la Lista Roja de Ecosistemas amenazados en Colombia se mostró que el 63% de los ecosistemas colombianos se encuentran en estado de amenaza, es decir, está en peligro la continuidad y provisión de servicios ecosistémicos para las comunidades.
  • Los ecosistemas del Valle Medio del Magdalena están amenazados por la actual presencia de extracción de hidrocarburos. Según el Instituto Humboldt, en el Magdalena se encuentra una cobertura importante de Bosque Seco Tropical, ecosistema de altos niveles de endemismo y declarado estratégico para la conservación por su degradación.
  • Actualmente, la línea base de biodiversidad de los ecosistema terrestres y acuáticos es escasa; hay un desconocimiento de 85 % de las aguas subterráneas colombianas.

Irónicamente, luego de resaltar los riesgos e impactos socioambientales, la debilidad de la institucionalidad ambiental en Colombia, la falta de acceso a la información pública, las pocas garantías de participación ciudadana, la ausencia de una línea base ambiental rigurosa y el cumplimiento de la licencia social en los territorios, la comisión de sabios “recomienda al Gobierno Nacional llevar a cabo los Proyectos Piloto de Investigación integral PPII, caracterizados como experimentos de naturaleza científica y técnica sujetas a las más estrictas condiciones de vigilancia, monitoreo y control”. 

Estos experimentos buscan comprobar lo que ya fue comprobado en varios países a costa de daños irreparables en la salud de las personas y de los ecosistemas.

Primer proyecto piloto de fracking en Puerto Wilches, Santander

Haciendo honor a su carrera de no cumplir las promesas de campaña, el 24 de diciembre de 2020 el presidente Duque dio vía libre al primer Proyecto Piloto de Investigación Integral PPII sobre yacimientos no convencionales. El proyecto llamado “Kale” estará en manos de Ecopetrol con un contrato de 76 mil millones de dólares y tendrá lugar en Puerto Wilches, Santander, en 455 Hectáreas de la cuenca Media del río Magdalena.

A pesar de que el gobierno quiere pasar el proyecto con fines específicamente “científicos”, en el decreto 328 que establece los lineamientos para implementar los PPII se da la facultad a los contratistas, en este caso Ecopetrol, de disponer y comercializar los hidrocarburos que obtengan en la “investigación”.

Ecopetrol tiene previsto iniciar la perforación a mitades del año 2021, una vez obtengan la licencia ambiental por parte de ANLA. Para adquirirla de forma correcta, se debe estudiar en detalle la biodiversidad, hidrología y geología de la zona, desarrollando una línea base que permita realizar un estudio riguroso de impacto ambiental.

Siendo coherentes, estos estudios pueden tardar años en completarse, pero el gerente de Hidrocarburos no convencionales de Ecopetrol, Gabriel Combariza, espera radicar la licencia ante la institución ambiental en julio de 2021.

Otra curiosidad es que estos estudios idealmente deben hacerlos universidades e instituciones académicas, pero, según el decreto 328, la línea base debe ser elaborada por el contratista. En los lineamientos establecidos por el Gobierno para hacer fracking, no se contemplan los pasivos ambientales. Estos representan los daños ambientales a largo plazo que permanecen luego del proceso de explotación y abandono de los pozos. Este es un punto clave, ya que muchos de los impactos nocivos reportados del fracking se detectan a largo plazo, como la emisión de metano, la contaminación de fuentes de agua posterior al abandono de los pozos, el detrimento de los recursos por la acumulación de sustancias nocivas y sus consecuencias sobre la salud de la comunidad.

Considerando lo anterior, el plan piloto durará 2 años en los que se evaluarán sus impactos, pero en un periodo de tiempo tan corto es imposible detectar los efectos a largo plazo, se asumirá que no existen y que el fracking es viable, lo que abrirá la puerta a los 1.000 pozos proyectados por Ecopetrol y a las demás industrias petroleras. Sumado a esto, el proyecto tendrá un comité evaluador decisivo por mayoría conformado por 7 integrantes de los cuales 4 son funcionarios o exfuncionarios del gobierno Duque, que ya dejo claro su deseo de hacer fracking. Todo parece ser una obra de teatro para mostrar que el fracking se va a hacer de una forma legítima, cuando todas las fichas están acomodadas para que se acepte.

Adicionalmente, Ecopetrol debe contar con una licencia social que por definición se da cuando un proyecto cuenta con la aprobación continua de la comunidad local y otros grupos de interés. La comunidad de Puerto Wilches ha protestado y denunciado que estas entidades llegaron a informar, resolver dudas y escuchar recomendaciones sobre el proyecto que se realizará, ignorando que la comunidad debe tener un papel decisivo sobre la implementación del fracking en su territorio. 

La oposición de los wilchenses es clara, su principal sustento es la pesca y saben que sus recursos hídricos están amenazados.

En Puerto Wilches se encuentran varias ciénagas a pocos kilómetros de la zona de implementación del PPII, una de ellas es la Ciénaga de Paredes que es hogar del Manatí antillano, herbívoro acuático que se encuentra en vía de extinción por la pérdida de las condiciones de su hábitat, la contaminación de sus aguas y su baja tasa de natalidad.

¿La comunidad debería confiar en una entidad como Ecopetrol?

Recordemos que el 2 de marzo de 2018 se derramaron más de 24 mil barriles de petróleo del pozo 158 en el Campo petrolero Lizama, propiedad de Ecopetrol ubicado a 30 Km de Barrancabermeja. Esta tragedia impactó grandes extensiones de bosques, acuíferos, ríos y cultivos de La Fortuna, contaminó más de 40 kilómetros de afluentes y causó la muerte de 4.400 animales, más la pérdida total de la actividad pesquera de la región (17). El colapsó se dio por la ausencia de monitoreo y mantenimiento, lo que quisieron llamar “fallas estructurales”.

La Contraloría General de la Nación reportó en 2015 que 38 de los 2.700 pozos perforados en el Valle del Magdalena no cumplieron con el Programa de abandono de pozos establecido por la ley. Uno de los 38 es el pozo Lizama, que fue suspendido por ANH (Agencia Nacional de Hidrocarburos) antes de la tragedia por “problemas mecánicos y fallas en el revestimiento”, era un accidente anunciado y Ecopetrol justificó el sellamiento inadecuado de los pozos por ausencia de recursos para cumplir con la suspensión exigida. Además de incumplir la normatividad de prevención de riesgos, la mitigación de los daños ambientales también fue tardía (17).

¿Realmente podemos confiar en la institucionalidad colombiana? ¿Las comunidades y los ecosistemas están dentro de sus preocupaciones o solo responden a los intereses de las grandes empresas?

El discurso elocuente y preparado y las decisiones del presidente Duque parecen ser cada vez más incongruentes, no sólo con lo prometido al pueblo colombiano sino con los acuerdos internacionales cada vez más urgentes para la mitigación de los impactos del cambio climático.

Referencias

(1) Davis, S.D., Frohlich, C., 1993. Did (or will) fluid injection cause earthquakes? - criteria for a rational assessment. Seismol. Res. Lett. 64, 207–224. https://doi.org/10.1785/gssrl.64.3-4.207

(2) Ellsworth, W.L., 2013. Injection-induced earthquakes. Science (80-.). 341. https://doi.org/10.1126/science.1225942

(3) Gonzalo, M., Correa, A., David, L., Garzón, D., Fernando, J., Martínez, E., Abogado, B. (2019). Informe sobre efectos ambientales (Bióticos, físicos y sociales) y económicos de la exploración de hidrocarburos en áreas con posible despliegue de técnicas de fracturamiento hidráulico de roca generadora mediante perforación horizontal.

(4) Heinberg, R. (2014). Snake oil: How fracking's false promise of plenty imperils our future. Clairview Books.

(5) Holland, A., 2011. Examination of Possibly Induced Seismicity from Hydraulic Fracturing in the Eola Field, Garvin County, Oklahoma, Oklahoma Geological Survey. https://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004

(6) Howarth, R.W., 2019. Ideas and perspectives: Is shale gas a major driver of recent increase in global atmospheric methane? Biogeosciences 16, 3033–3046. https://doi.org/10.5194/bg-16-3033-2019

(7) Jackson, R.B., Vengosh, A., Carey, J.W., Davies, R.J., Darrah, T.H., O’Sullivan, F., Petron, G., 2016. The environmental costs and benefits of fracking. Pet. Abstr. 56, 101. https://doi.org/10.1146/annurev-environ-031113-144051

(8) Jackson, R.B., Vengosh, A., Carey, J.W., Davies, R.J., Darrah, T.H., O’sullivan, F., Pétron, G., 2014. The Environmental Costs and Benefits of Fracking. https://doi.org/10.1146/annurev-environ-031113-144051

(9) Lei, X., Huang, D., Su, J., Jiang, G., Wang, X., Wang, H., Guo, X., Fu, H., 2017. Fault reactivation and earthquakes with magnitudes of up to Mw4.7 induced by shale-gas hydraulic fracturing in Sichuan Basin, China. Sci. Rep. 7. https://doi.org/10.1038/s41598-017-08557-y

(10) McCarthy, J. E., & Shouse, K. C. (2018). Implementing EPA’s 2015 Ozone Air Quality Standards. CRS Report, 43092.

(11) Meng, Q. (2017). The impacts of fracking on the environment: A total environmental study paradigm. Science of the Total Environment, 580, 953-957.

(12) Miyazaki, B., 2009. Well integrity: An overlooked source of risk and liability for underground

(13) Myers, T., 2012. Potential Contaminant Pathways from Hydraulically Fractured Shale to Aquifers. Ground Water 50, 872–882. https://doi.org/10.1111/j.1745-6584.2012.00933.x

(14) New York State Department of Environmental Conservation, 2015. Regulatory Program for Horizontal Drilling and High-Volume Hydraulic Fracturing to Develop the Marcellus Shale and Other Low-Permeability Gas Reservoirs 44.

(15) Observatorio de Conflictos Ambientales (OCA) del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA)Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá. (2019a, marzo 20). Negocio del fracking no está en su producción. UN Periódico Digital. http://unperiodico.unal.edu.co/pages/detail/negocio-del-fracking-no-esta-en-su-produccion/

(16) Observatorio de Conflictos Ambientales (OCA) del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA)Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá. (2019b, marzo 26). Los peligros comprobados del fracking. UN Periódico Digital. http://unperiodico.unal.edu.co/pages/detail/los-peligros-comprobados-del-fracking/

(17) Observatorio de Conflictos Ambientales (OCA) del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA)Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá. (2019c, abril 5). El fracking avanza de manera irregular en Colombia. UN Periódico Digital. http://unperiodico.unal.edu.co/pages/detail/el-fracking-avanza-de-manera-irregular-en-colombia/

(18) Rubinstein, J.L., Mahani, A.B., 2015. Myths and facts on wastewater injection, hydraulic fracturing, enhanced oil recovery, and induced seismicity. Seismol. Res. Lett. 86, 1060–1067. https://doi.org/10.1785/0220150067

(19) Schmidt, C.W., 2013. Estimating wastewater impacts from fracking. Environ. Health Perspect. 121. https://doi.org/10.1289/ehp.121-a117

(20) Vengosh, A., Jackson, R.B., Warner, N., Darrah, T.H., Kondash, A., 2014. A critical review of the risks to water resources from unconventional shale gas development and hydraulic fracturing in the United States. Environ. Sci. Technol. 48, 8334–8348. https://doi.org/10.1021/es405118y

(21) Warner, N.R., Jackson, R.B., Darrah, T.H., Osborn, S.G., Down, A., Zhao, K., White, A., Vengosh, A., 2012. Geochemical evidence for possible natural migration of Marcellus Formation brine to shallow aquifers in Pennsylvania. Proc. Natl. Acad. Sci. U. S. A. 109, 11961–11966. https://doi.org/10.1073/pnas.1121181109